FALSO NACIONALISMO, VERDADERO NEGATIVO

Son dos presidentes con personalidades egocéntricas, son camorreros e impulsivos, con doctrinas opuestas, pero métodos similares para gobernar. Tienen problemas internos graves y buscan con su pelea distraer la atención sobre estos temas que podrían, para uno, poner en peligro su condición casi vitalicia en el poder, y para el otro, salir sin cumplir las grandes metas que cacareo durante todo su gobierno. Son expertos en la propaganda. Para ellos la única diplomacia que existe es la diplomacia del micrófono. Y lo más preocupante es que están generando en los pueblos un falso nacionalismo que podría llevarlos a una real confrontación armada.

Con sus particulares maneras de ser, ambos han logrado hacerse notar en el ámbito internacional. Uno ha exportado su doctrina y el otro su conflicto armado interno, este último causado por los profundos problemas sociales, la pobreza y la pugna bipartidista permanente, que en algunos momentos de la historia los ha llevado a matarse.

Para ambos las leyes son lo de menos, son capaces de cambiar articulitos y la Constitución entera, si es necesario, para lograr sus fines personales. Cierran medios de comunicación y dicen que no saben nada de chuzadas, falsos positivos, que realmente son verdaderos negativos; clientelismo y corrupción.

Son artistas de la pantalla y verdaderos Record Guinnes de la palabra. Pueden durar horas y horas hablando, regañando y diciendo cientos de barbaridades. Para ellos aquel refrán de los abuelos que reza: “El que mucho habla, mucho yerra”, no aparece ni siquiera entre sus curiosidades.

Impusieron en América Latina, la moda de la reelección, con el fin de perpetuarse en el poder e imponer sus maneras de gobernar que rayan casi en el autoritarismo. Una frase los puede unir “Estas conmigo o eres mi enemigo”. Aunque se les llena la boca diciendo que son demócratas, no toleran el debate público y para los periodistas entrevistarlos resulta una verdadera pesadilla, porque nunca responden lo que se les pregunta y regañan al comunicador, quien termina viéndose aplastado como una cucaracha.

La historia pone espejos para que los ciudadanos del futuro sean capaces de mirar su pasado y no repetir sus errores. La Primera y Segunda Guerra Mundial, Las guerras en África e incluso las dictaduras de América, son espejos que a veces parecen rotos para muchos ciudadanos que vociferan en las cafeterías de los pueblos hermanos: “¿Cuándo vamos a darle piso a ese desgraciado?...” Como si fuera tan fácil, a las arrugas y a la estupidez, cargarles fusiles.

Lo que la OEA, UNASUR y otras poderosas organizaciones multilaterales no pueden hacer para detener esta locura, podrían hacerlo, un solo psicólogo y obviamente, la cordura de dos pueblos hermanos, que por nada del mundo pueden irse a las manos.